#Cine
La última escena: ‘(500) Days of Summer’
Los corazones, como materia que son, no se crean ni se destruyen sólo se transforman, y nadie es el mismo después de concluir una relación, como demuestra (500) Days of Summer.
Por Anaid Ramírez
Los fracasos amorosos dejan tanto cicatrices como lecciones, siempre y cuando veamos las cosas con optimismo. Lo sabemos muy bien y seguramente es gracias a eso que entendemos a la perfección a Tom Hansen (Joseph Gordon-Levitt) y —seamos honestos— también a Summer Finn (Zooey Deschanel). Los dos personajes terminan en un territorio distinto a como los conocemos en el inicio de la película.
Pese a que el entonces debutante Marc Webb prácticamente nos spoilea el desenlace de la parejita revelando en las primeras escenas que no terminarán juntos, no nos molestamos con el cineasta; casi de inmediato resulta claro que sus objetivos son otros; desarrollar el por qué del distanciamiento y conducirnos hacia la evolución de los personajes. Es por eso que desde el inicio enfatiza que Tom era un tipo que creía en el destino, el amor y en sus técnicas de ligue, mientras que Summer simplemente “no compartía ese pensamiento”, tal como lo sintetiza el narrador de la película.
Webb prefiere desarrollar en su filme tres aspectos. Por un lado todos aquellos intentos de Tom por convencer a la chica de sus sueños que podrían dejar de ser amigos con derechos para estar en algo más oficial y dejar ir sus sentimientos como gorda en tobogán. También la convicción de Summer por mantener su soltería y disfrutar mientras su juventud perdure. Además de la forma en la que todo se va yendo poco a poco al carajo, y claro, las señales equívocas que cada uno le transmite al otro: él expresando que no está clavado y ella sugiriendo que no todas las puertas están cerradas.
Sin un orden cronológico, Webb nos hace cómplices de los momentos más felices y también de los más tristes de esta pareja, de sus acuerdos y mal entendidos, de por qué ella sería Sid y él Nancy en la película ochentera de Alex Cox, y de que el enamoramiento suele reducir nuestro panorama a tal grado que cualquier hermano menor de edad es capaz de notar el cuadro en su totalidad y detectar los cientos de fisuras; “no porque a ella le gusten las mismas pendejadas que a ti significa que es el amor de tu vida”.
En efecto, cuando el final de (500) Days of Summer se acerca corroboramos que si realmente existe el destino en el que tanto cree Tom, éste no quería que los dos terminaran juntos. La penúltima escena, que ocurre en el día 488 de los 500 que refiere el título, es una secuencia de reconciliación y despedida entre los antiguos amantes. Summer ahora cree en los encuentros que “tienen que pasar” y está felizmente casada con un tipo que entró a una cafetería a la misma hora que ella. Mientras que un Tom en traje sastre aparece decepcionado de su idealización del amor, pero también más seguro de lo que quiere en la vida—renunció al trabajo de las tarjetas de felicitación para buscar algo en su área, arquitectura—.
El encuentro da paso a una cruda pero honesta conversación. Él no deja de cuestionarle por qué si ella no creía en el amor está ahora en un matrimonio, y Summer, con su habitual honestidad le responde con frases de alto calibre del tipo “Lo supe y ya. (¿Qué cosa?) Eso de lo que nunca estuve segura contigo” o “Sólo que yo no era la apropiada para ti”, que Tom recibe entre sollozos apenas perceptibles. Luego es momento de desearse buenos deseos y entender, especialmente él, que así como el destino propició el encuentro de Summer con su actual esposo, también debía ocurrir la separación entre ella y Tom.
El protagonista de (500) Days of Summer definitivamente no es el mismo que el que conocimos al inicio. Tom tiene el corazón más roto que nunca, pero luego de este desencuentro no se tira a la depresión. Los siguientes doce días en su vida son como los últimos dos meses: de preparación para ser mejor arquitecto y de interminables entrevistas de trabajo. Pero en medio de todo esto, “si algo aprendió Tom es que no puedes atribuirle un significado cósmico a un evento terrenal”, explica el narrador.
Así es como Tom llega al día 500 y a la última escena de la película, ya curado del mal de amores y sin saber que siempre recordará que ese 23 de mayo fue miércoles. Mientras espera su turno para otra entrevista de trabajo platica con una candidata, quien resulta visitar —como Tom— el Angelus Plaza porque —como Tom— es su lugar favorito de Los Ángeles, excepto porque —como Tom— considera que sobran los estacionamientos; sólo que nuestro buen amigo nunca la había visto por “estar distraído”.
Esa secuencia de cierre es muy breve pero efectiva, y resulta más que obvia porque el último diálogo es el nombre de la chica, Autumn. La sonrisa de Tom revela que está dispuesto a confiar una vez más en el destino, pero también a levantarse si las cosas no funcionan. Lo sabemos porque todos hemos sido Tom y también Summer, tanto los del inicio de la película como en su versión transformada del desenlace: una mañana no creemos en el amor, ni en el destino; a la siguiente, o después de 500 días, estamos seguros de que hay cosas que “tienen que pasar”.
La película está disponible en DVD, Blu-ray, y streaming.
Si te gusta (500) Days of Summer, lee más: 15 datos por los 15 años de Eternal Sunshine of the Spotless Mind