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Kurt Busiek, una introducción a La Ira de Ultron
Siempre me ha gustado Ultron.
Quiero decir, no es que me gustaría pasar el rato con él y ver el béisbol o algo así. Pero si los Vengadores tienen un archienemigo, Ultron está entre los primeros tres. Los primeros dos, yo diría, junto a Kang, el Conquistador, pero cuando otras personas argumentan que los Amos del Mal, o Thanos, o algunos otros, puedo decir que ni siquiera son contendientes.
Pero Ultron… con Ultron todo es personal. Y, al mismo tiempo, inhumano. Robótico. Eso rinde una mezcla fascinante y atractiva.
Cuando Roy Thomas y John Buscema lo crearon, Ultron al principio parecía sólo un robot asesino. Un robot asesino ciertamente con un diseño impresionante, gracias a la gran y amenazante calabaza de Halloween de su cara. Pero entonces descubrimos que Ultron era una creación de Hank Pym, uno de los Vengadores fundadores. Experimento de inteligencia artificial que salió mal, Ultron había alcanzado una consciencia retorcida y un complejo de Edipo gigante, empeñado en destruir a su “padre” y a los Vengadores con él. Poderoso, amenazante, personal. Un buen villano.
Pero ah, entonces vino un golpe maestro. Nos presentaron al androide Vision… y de inmediato se reveló que Vision era creación de Ultron… que tal como Ultron era el “hijo” de Hank Pym, Vision era el suyo. De repente teníamos una familia multigeneracional en marcha.
Esa fue la parte genial. Con todos sus ornamentos maquinales –los cuales eran acentuados por el hecho de que cada vez que reaparecía daba la impresión de haber pasado por otra actualización, otro cambio de diseño, de modo que la única constante real era esa escalofriante y sonriente cara–, Ultron era sólo una fría máquina por fuera. En esencia, era un ser apasionado, emocional y perturbado, que tenía fuertes lazos familiares con los Vengadores. Con sentimientos homicidas hacia su padre, traicionado por su hijo, era una figura muy dramática, de furia casi operística. Sin importar cuánto lo negara.
Y no se detuvo ahí. A través de los años vimos los lazos de la familia de Ultron ampliarse. Su complejo de Edipo se extendió a Wasp, la esposa de Hank Pym, y por lo tanto, la “madre” de Ultron. Y la mente de Vision resultó estar basada en los patrones cerebrales de Wonder Man, quien regresaría a los Vengadores como una especie de hermano gemelo de Vision. Y cuando Vision se casó con Scarlet Witch y resultó que ella y su hermano Quicksilver eran hijos del villano maestro Magneto (por lo menos es lo que contaba la historia entonces), la familia sólo siguió ampliándose.
Se amplió del lado de Ultron también. Hizo dos intentos por crear a una “esposa” para sí mismo. Primero, Jocasta, una androide basada en los patrones cerebrales de su madre de fantasía, y después a Alkhema, basada en la mente menos diplomática de Mockingbird, quien en ese tiempo era la esposa de Hawkeye, atrayéndolo por lo tanto a él al círculo…
No resulta muy difícil argumentar que durante cerca de 15 o 20 años el centro de la serie de los Vengadores fue un extraño psicodrama interfamiliar extendido, y que el centro de esa lucha era Ultron.
Eso fue algo que siempre me fascinó como lector y que para mí cimenta el estatus de Ultron como uno de los grandes supervillanos.
Cuando tuve mi época en Avengers recibí mi oportunidad con Ultron, extendiendo la familia un poco más y pudiendo jugar con las ramificaciones de la inteligencia en las máquinas y cómo podría reproducirse y crecer. Fue un material estimulante para jugar.
Luego Rick Remender y Jerome Opeña llevaron a Ultron de lleno al siglo XXI, con su núcleo emocional intacto (o quizá “intacto” no sea la palabra correcta para alguien tan afectado) y su naturaleza tecnológica reforzada por la marcha del progreso. ¿Es Ultron quien trae consigo la Singularidad? Si es así, ¿cómo hará entrar a su “familia” en ella? ¿Puede Hank Pym realmente aspirar al vacío del espacio? ¿O a tener un descanso?
Kurt Busiek enero, 2015